Fué mi queridísimo abuelo quién me enseñó a jugar al ajedrez cuando yo era pequeñito. Salía de colegio hacía casa de mis abuelos esperando hasta la noche para que mis padres terminaran de trabajar e irme para casa. Pasaba las tardes con mi primo (hola, cusinet!) y demás, y a veces mi abuelo sacaba el tablero y jugábamos unas partidas. Me enseñó a mover las piezas y demás y jamás pude ganarle... bueno, le ganaba, pero uno, a pesar de ser pequeño, no es tonto y sabía que me dejaba ganar. Pero bueno, yo disfrutaba y él también. Poco a poco, ejé de pasar las tardes en casa de mis abuelos para salir con mis amiguetes a hacer tonterías de críos, y más tarde de adolescente idiota. Me despedí del tablero que buneo, consideraba que era un jueguecito como la oca o las cartas: jugar para divertirse y nada más.
Pasaron prácticamente diez años hasta que me volví a encontrar con el tablero otra vez. Estaba ya en la universdad buscando piso en Barcelona cuando encontré uno y tal. Entré, vi la pocilga donde duermo ahora y ví también un tablero de ajedrez en el comedor, tirado en el sofá. Quieras o no, un tablero en un sitio tan deprimente lava la imagen y da caché. Recuerdo que le pregunté a Adrià (hola, capullo!) "¿anda, jugáis al ajedrez?", "erm... sí XD". Ahora pienso en lo raro que es que en el mes o así que hacía que nos conocíamos no me hubiese taladrado todavía con sus teorías idiotas sobre la importancia del ajedrez en la vida y la muerte y demás. Ahora las escucharía con otros oídos, pero se ha vuelto más tonto y ya no se puede hablar con él (toma ya, en la cara!). Días después me iría a vivir a esa pocilga, echaría algunas partidas, y descubriría que era más malo de lo que me pensaba, además de que la suerte no existe en este ¿juego?.
Por esa misma época (la verdad es que no sé cuando fué cuando empecé a entablar -ajaj- relaciones con él) conocería a Daniel Alsina, un compañero de física y buen amigo y grandísimo jugador de ajedrez. De hecho, es -fué- campeón de España sub-18. Y bueno, aunque seguí con mi postura de mirarme el juego con cierta precaución y distancia, poco a poco la pasióno de las dos personas que he mencionado por el ajedrez terminaron conmigo y al final terminé aficionándome.
No fué hasta el verano pasado que empecé a jugar algunas partidas bastante a menudo y al final terminé aceptando a federarme y a jugar un torneo en Sants hacia septiembre. Supongo que aquí fué cuando empezó de verdad todo. Me di cuenta de varias cosas. La primera es que entendí un poquito más sobre cómo iba este juego, sobre lo jodidamente diferente que es jugar una partida larga a una rápida. Después empecé a sentirme seducido por el juego, por su mecánica, por todo lo que lo rodea, por las sensaciones que transmite.
Ahora estoy jugando dos torneos, uno martes y otro viernes, y bueno, a parte de descubrir que soy más malo de lo que esperaba, creo que voy entendiendo poco a poco varias cosas. Voy viendo, poquito a poquito -muy poquito a poquito, de hecho- sobre cómo jugar y demás. Voy descubriendo la complejidad del juego, la belleza. Pero sobretodo, he descubierto la impresionante capacidad para modificar el estado de ánimo de una persona. No entiendo porqué es, pero una partida puede deprimirte o puede dejarte como si hubieses echado un polvazo -yo suelo deprimirme :( XD-. Es curioso, quizá es la inmersión que sufre el jugador durante la partida, sobretodo en las jugdas clave, la sensación de estar caminando encima del filo de una navaja, de poder asestar un golpe clave y no ser capaz e verlo, de que se te hiele la sangre después de una jugada del rival, de ver como todos tus planes de van abajo... o la sensación de superioridad al mirar los ojos del rival en una posición superior, de oírlo suspirar, de oír cómo se retuerce... es la sensación de estar achafando, destruyendo su mente en el tablero. De entender porqué Fischer dijo que el ajedrez es el juego más cruel, ya que el objetivo es aplastar la mente del oponente.
Quiera o no, aunque salga rabiando como un perro después de una mala partida, aunque decida no jugar jamás a la mierda esta, el tablero me llama y yo tengo que acudir... y lo hago a gusto. Lo hago con la esperanza de que esta vez sí, esta vez le voy a dar por culo al capullo que me toque, que voy a jugar con él como si fuese una mosca a la que le quitas las alas para verla sufrir... pero después descubres que este mismo sentimiento de rabia te hace hacer jugadas demasiado pretenciosas, te nubla el juicio y terminas pardendo otra vez... y otra, y otra, y entiendes de que tienes que controlarte, calmarte. Que la desesperación y la irracionalidad no tienen cabida en este deporte.
Y por todo esto me gusta y recomiendo jugar al ajedrez. Porque las sensaciones que produce el ajedrez aún a bajo nivel -¡miradme a mi!- son impagables. Porque luchar contra otra mente en el tablero es algo mágico que seduce y crea adicción. Porque el estado mental que se consigue estando totalmente impicado y dedicado al tablero (cosa que he logrado muy pocas veces y solamente en rápidas en el piso) sólo se puede conseguir con álgebra, Bach o LDC. Porque el ajedrez mola, hostias.
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3 comentarios:
Hòstia! no sabia que tinguéssis la boca tant refotudament bruta; si es que ets pitjor que aquells quatre "abnorts" d'ajedreznd que no en tenen ni PUTA idea de jugar a l'ajedres, però noi, de muntar pollos i de dir bucanades són els amus; buenu, de fet els teus escrits no sé si em recorden més als d'aquells quatre disminuits psíquics o als del bolg d'en Forn.
O sigui que abans d'atrevir-te a desqualificar les meravelloses teories del teu company de pis, potser que primer et dediquis a aprovar Mecànica i ones PÓ FAVÓ!!!, i qui diu Mecànica i ones diu Mètodes I i qui diu Mètodes I diu Astronomia i qui diu Atronomia diu tenir 1800 (perquè almenys el "capullo" i "tonto" del teu company de pis no hagi de recorrer tota la sala de joc del club d'esacs Tres Peons per veure't, sí allà, allà on penjen els abrics, com l'abuelete de turno t'està estripant les calces sense cap mena de sentiment: si es que no s'ha ni de pendre la viagra per fornicar-te vilment!).
Així que menys de reflexions ultraprofundes en la teva basura de blog i més aprovats a la carrera o, dit d'una altra manera, menys de fer "amics" (almenys d'avançada edat) jugant al gran joc del que tant se t'omplena la boca parlant.
ajaja
Riembau, m'has de presentar al xorigueres aquest. Mai un post havia tingut tant de sentit (i a sobre al teu blog).
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