domingo, 7 de junio de 2009

La muerte de Iván Ilich

"No hay mal que por bien no venga". O al menos eso decía antes de darme cuenta que la sabiduría popular no es tan sabia como aparenta, que a veces a uno le suceden putadas que no, no tienen consuelo, a no ser que el consuelo sea darse cuenta de que la sabiduría popular no es tan sabia como aparenta, pero claro, si aceptamos armario como animal de compañía... así cualquiera! Pero bueno, sí, a veces resulta que sí, que las máximas estas se cumplen, y es que si no fuera porque tuve tres o cuatro días el pie vendado, sin poder dar ni un paso, con un dolor que brotaba del dedo gordo del pie y que lo destrozaba todo hasta la ingle, no habría estudiado lo que he tenido que estudiar -cuando el dolor, hundido en hielo, me daba un descanso-. Joder, ahora ya me sé el truco: cuando lleguen los exámenes llevaré mi cuerpo al máximo hasta que no pueda moverme de la cama en dos semanas. Vaya, si lo hubiese sabido antes!

Vaya, pero no estoy aquí por esto. Estoy aquí porque te quiero obligar -sí, qué- a que leas, o al menos le des una oportunidad a este cuento: La muerte de Iván Ilich, de Tolstoi. Dí con él un par de semanas atrás y es genial, es de esos textos que impactan y se recuerdan mucho, mucho tiempo después. De hecho ahora estaba releyendo algunos fragmentos y la intensidad y sinceridad con que escribe este hombre asusta. Y me he dicho "p'al blog, p'al blog", y es que a veces despierta el pequeñito homúnculo que llevo dentro.

O al menos esa es la sensación que me ha transmitido a mi. Claro que después se lo enseñas a alguien y te sale con un "eres un flipado, solo es un tipo que no quiere morir" y dices coño, no sé si yo soy un flipado o este un insensible. Pero bueno, por eso lo dejo, juzgad.


La próxima vez que escriba será seguramente para volver a llorar por los exámenes y blabla, qué le vamos a hacer.

Saludos.