Es difícil, sino imposible, elegir a una sola persona como "el mejor ajedrecista de todos los tiempos". Pero sí es indiscutible que Robert James Fischer, Bobby Fischer para los amigos, es un claro candidato al título. Es quizá el más carismático de los ajedrecistas, ya sea por su innegable talento innato que tenía o por su seria locura mental, que a la vez se plasmaba en el tablero con jugadas que convertían una posición tranquila en una pesadilla para el rival.
Hijo de madre judía nacionalizada estadounidense y padre alemán, nació en Estados Unidos en 1943. Sus padres se separaron cuando él tenía dos años y a los siete, su hermana le enseñó a jugar al ajedrez. En poco tiempo ya vencía a su hermana y necesitó de jugadores más fuertes, así que se inscribió al club de ajedrez de su ciudad. A partir de ese momento, el ascenso de Bobby fué imparable. A los 13 años jugó contra Donald Byrne la denominada "partida del siglo" (verla online) y dos años más tarde se convertiría en el Gran Maestro más joven de la historia en aquel momento.
Mientras su meteórica carrera ajedrecística continuaba su vida tomaba caminos más tortuosos: empezó a mostrar sus primeros comportamientos antisemitas, causando riñas con sus compañeros judíos y demás. Sus maestros de la escuela lo recuerdan como un joven difícil. Dejó la escuela y pasó a recibir clases particulares, aunque su educación jamás conluyó en nada. Quizá fué este uno de los motivos que acentuaron aún más su excentricidad y empezó a ser un caso de locura.
A pesar del currículum que ya tenía a los 15 años, sus mayores éxitos se hicieron de rogar, ya sea por su comportamiento caótico e irracional o por la razón que fuese, Fischer no entró en la verdadera élite del ajedrez hasta años más tarde, donde acabaría saltando a la cumbre con el torneo mundial de 1972. Venció el torneo de candidatos, ganandose así el derecho a enfrentarse a Boris Spassky por la lucha al título de mejor jugador del mundo.
Este encuentro contra Spassky, llamado "el match del siglo", traspasó las fronteras del ajedrez como deporte y simbolizó la continuación de la guerra fría entre la antiga URSS, representada por Spassky y los EEUU, con Fischer. Debido a esto, el encuentro tuvo una repercusión mediática brutal y los gobiernos de ambos países se volcaron en el acto. Aunque quitando los simbolismos, el match ya de por sí tenía una importacia increíble: Spassky hacía tiempo que era campeón del mundo y que nadie le ganaba en un match, mientras que Fischer, que estuvo muchos años desaparecido, ahora había vuelto y había ganado el torneo de candidatos con una facilidad insultante.
En la primera partida del match, Spassky jugaba con blancas y terminó ganando. En la segunda partida, Fischer ni siquiera se presentó. Con el marcador 2-0 a favor de Spassky y con la incomparecencia de Fischer ya en la segunda partida, todo hacía pensar que Spassky volvería a salir como campeón del mundo otra vez, impugnable. Pero no fué así. Fischer volvió al tercer día, jugó, y machacó sin piedad al rival con las negras. A partir de este momento, Fischer solamente volvió a perder una vez más, las otras partidas o bien terminaron en tablas o bien Fischer destruyó a Spassky. Y las tablas fueron prácticamente todas en las últimas partidas, lo que quiere decir que Fischer se contentó con ir forzando las tablas una vez el marcador estuvo de su parte, y a Spassky no le quedó más remedio que ir viendo como poco a poco el match se le escapaba de las manos. El resultado final, 12½-8½ a favor de Fischer, undécimo campeón mundial.
Desgraciadamente, este también fué el fin de su carrera. Fischer no volvió a jugar ninguna partida oficial y en 1975, cuando tenía que jugar un match contra Karpov para defender su título de campeón del mundo, Fischer ni siquiera se presentó debido a que pidió a la FIDE exigencias que ésta rechazó. Karpov se convirtió en campeón mundial y Fischer perdió el título.
Desde entonces, jamás volvió a jugar en público y llevó una vida llena de excentricidades. Hasta 1992, veinte años después del match del siglo. Fischer aceptó jugar de nuevo (se dice que fué una jovencita de 19 años llamada Zita Rajcsanyi la que realmente convenció a Fischer para jugar) contra Spassky para conmemorar la fecha. Volvió a ganar y se quedó con el premio de 3 millones de dólares. Pero este segundo match se celebró en la antigua Yugoslavia, terreno bajo el bloqueo de EEUU, y Fischer fué considerado un traidor y entró en las listas de fugitivos de la FBI y la CIA. Fischer desapareció de nuevo.
Hasta 2004, cuando reaparició de nuevo en un aeropuerto de Japón y fué encarcelado inmediatamente. Fischer calificó el acto de secuestro, que el primer ministro japonés Junichiro Koizumi había recibido órdenes de George Bush. Mese más tarde, Islandia le daría asilo político de EEUU y se ordenó llevarlo a Reykjavik para darle la nueva cuidadanía. En 2007, le fue diagnosticada demencia senil y trastornos de personalidad dobles y triples y fue ingresado en un hospital de Islandia para mantenerlo bajo vigilancia. Moriría el 17 de enero de 2008, después de una larga y desconocida enfermedad, a los 64 años, número de casillas que tiene un tablero de ajedrez, la pasión que lo ha convertido en mito.
"De forma implacable y con una exigencia sin compromiso, mejoró las condiciones del juego, la consideración social del ajedrez y de los ajedrecistas. Fischer modernizó en la práctica aspectos arcaicos del juego y hubiera llevado a cabo por completo la conversión del ajedrez al profesionalismo de no haber descarrilado en el camino. Pero algunos demonios de su carácter y un excesivo individualismo acabaron por convertirlo en un ermitaño" - Garry Kasparov.
"Por carácter, Fischer es espontáneo y orgulloso. Dice lo que piensa. Pero a este tipo de personas les resulta muy difícil vivir en una sociedad moderna, y me parece que Fischer se encuentra muy sólo. Ésta es una de sus tragedias..." - Boris Spassky.
"Es difícil jugar contra la teoría de Einstein" - Mihail Tahl.
"El hecho de que la personalidad de Fischer ejerce un fuerte efecto sobre su oponente no ofrece dudas. Ese largo rostro de fanático que se cierne de forma constante sobre el tablero, los ojos ardientes, la exclusión del mundo exterior. Esos dedos largos, que retiran implacablemente piezas y peones del tablero... Así es cómo los rivales de Fischer pierden el control de sí mismos" - Alexander Kotov.
"El mundo le recordará siempre como el mejor de todos los tiempos, el más genial, el más despiadado. Sus partidas no admiten detractores. Ajedrez en estado puro, la claridad y elegancia de Capablanca, el instinto asesino de Alekhine y la fortaleza mental y determinación de Lasker: eso era Fischer. No hay duda de que si alguien se acercó a la perfección en este noble arte, ese fue Robert James Fischer" - Miguel Illescas.
"Chess is war over the board. The object is to crush the opponent's mind." - Bobby Fischer
"I am the best player in the world and I am here to prove it." - Bobby Fischer
domingo, 20 de enero de 2008
sábado, 12 de enero de 2008
Bizarre Love Triangle
No lo aguanto más, ¡tengo que contarlo! Y es que estoy pasando por un momento difícil: tengo una crisis amorosa. Mejor empiezo por el principio.
Ya de bien pequeño siempre he tenido una amiga que me ha ido acompañando toda mi vida. Algunas tardes incluso quedábamos para jugar y charlar. Yo no sabía nada del amor en aquella época, solamente me encontraba mucho más a gusto y cómodo con ella que con cualquier otra amiga, y así fué hasta que empecé bachillerato.
En la primera clase del cuso la descubrí y ya desde un buen principio me llamó la atención. Era como mi amiga de toda la vida, pero había algo en ella que la hacía diferente. Me daba la sensación de ver a mi amiga, pero esta nueva chica era más directa, más clara, más divertida, y la verdad es que mirándola me daba la sensación de que el mundo entero cobraba otro sentido, me hacía ver mi entorno con otros ojos.
Recuerdo que me pasaba días enteros informándome y leyendo libros sobre ella. Recuerdo morderme las uñas cada noche porque me moría de ganas de verla en clase, para ver qué tenía preparado para contarme, para charlar largamente, para mirarla, juguetear con ella. Yo ya lo tenía más que decidido.
He comentado que esta chica se parecía mucho a mi amiga de la infancia. Incluso en su carácter ambas se parecían, así que se hicieron amigas inseparables muy pronto. Pero yo lo tenía claro: estaba enamorado. Hacia septiembre de 2006, justo después de terminar bachillerato, nuestra relación se fué formalizando. Pero ocurrió algo curioso. Cuando salíamos juntos, muchas veces mi amiga nos acompañaba. Yo le preguntaba siempre a mi novia que porqué nos acompañaba, y ella siempre aclaraba que al principio era mejor ir los tres juntos, que después ya iríamos los dos solos. Al principio me enfadé, yo quería estar a solas con mi novia, pero poco a poco comprendí que era mejor ir los tres juntos, que ya habría tiempo para estar los dos. Y es que mi novia necesita tener cerca a mi amiga. Mi amiga en independiente, pero mi novia no, la necesita. Cuando lo comprendí, empecé a disfrutar de verdad nuestra relación y sobretodo mi amistad con la chica que siempre había estado a mi lado. Hasta que sucedió.
Lo recuerdo perfectamente. Fué en una clase de Álgebra, mientras el profesor explicaba el grupo especial unitario de segundo orden, mi amiga de la infancia, aquella que pensaba que ya conocía todos sus secretos, me tomó de la mano y se mostró ante mi como jamás la había visto. Infinitamente bella y misteriosa, se destapó ante mi y mostró su verdadero rostro, igual a como siempre lo había visto pero ahora diferente, embellecido hasta la locura. Una aura de misterio se filtraba a través de ella dándome a entender todos los secretos que aún preparaba para mi, mientras su mirada pícara y juguetona me aseguraba que se había dado cuenta de mi reacción y que me estaba leyendo el cerebro. Segundos más tarde volví a clase, pero sabía que jamás nada volvería a ser lo mismo.
Y no lo fué. Mi relación con mi novia no volvió a ser lo mismo. Ahora la veía con otros ojos. Ahora no la encontraba tan bella como antes. Ahora sus comentarios, nuestras conversaciones me parecían vácuas, la encontraba patosa en sus actos, en sus palabras y en sus pensamientos. Ahora la quería como antes, pero ya nada era igual. Ahora yo había estado en la mente de mi amiga y veía a mi novia como la veía ella: alguien a quien admirar y con quien pasar el rato, nada más. Ahora yo había visto la verdadera cara de mi amiga y estaba infinitamente enamorado. Pero me convencí que era algo temporal, pasajero. Me convencí que las cosas pronto volverían a ser como antes y que todo volvería a la normalidad. Pronto dejaría de ver a mi amiga y estaría más tiempo con mi novia. Seguro que entonces nuestra relación despegaría.
Pero aún no lo ha hecho. Es cierto que ya no veo tanto a mi amiga, que cada vez salimos menos los tres juntos. Pero eso no me ha ayudado para nada. Solamente ha servido para que ansíe más y más los pocos momentos que estamos los tres. Solamente ha servido para que alguna vez haga una escapada de escondidas para ver a mi amiga, y es que solo quiero su abrazo, oír su voz. Solo quiero perderme en ella.
Pero no puede ser. A pesar de todo quiero a mi novia y deseo el futuro que tengo delante. Sé que si consigo superar el próximo año o año y medio nuestra relación mejorará muchísimo y disfrutaré más que nunca. Sé que entonces volveré a quererla como nunca, y además podré disfrutar de la compañía de mi amiga. Sé que recordaré el día de hoy como la época en que casi lo echo todo a perder.
Pero ¿y si no es así? ¿Y si realmente merece la pena tirar este año y medio de relación a la basura y empezar de nuevo? Es más, ¿y si esta tampoco es la solución? ¿Y si al empezar una relación seria con mi amiga se echa todo a perder? ¿Y si pierde toda la magia que ahora envuelve tanta belleza y misterio?
Quizá pues, al fin y al cabo no hay nada de malo en empezar una relación no formal con mi amiga mientras continúo con mi novia... pero todos sabemos que eso no es posible. Incluso se me ha pasado por la cabeza salir con las dos a la vez, pero resultaría agotador y terminaría por no disfrutar de la compañía de la una ni de la otra.
O incluso podría ser que me haya saturado? ¿Puede ser que necesite una pausa, lejos de mi novia y de mi amiga? ¿Qué es lo que debería hacer, querido lector?
Por cierto, no he dicho el nombre de ambas chicas, pero estoy seguro que mis amistades más cercanas los habrán adivinado ya: mi novia se llama Física. Mi amiga Matemáticas. Aunque no por ello el texto deja de ser menos cierto.
Saludos.
Ya de bien pequeño siempre he tenido una amiga que me ha ido acompañando toda mi vida. Algunas tardes incluso quedábamos para jugar y charlar. Yo no sabía nada del amor en aquella época, solamente me encontraba mucho más a gusto y cómodo con ella que con cualquier otra amiga, y así fué hasta que empecé bachillerato.
En la primera clase del cuso la descubrí y ya desde un buen principio me llamó la atención. Era como mi amiga de toda la vida, pero había algo en ella que la hacía diferente. Me daba la sensación de ver a mi amiga, pero esta nueva chica era más directa, más clara, más divertida, y la verdad es que mirándola me daba la sensación de que el mundo entero cobraba otro sentido, me hacía ver mi entorno con otros ojos.
Recuerdo que me pasaba días enteros informándome y leyendo libros sobre ella. Recuerdo morderme las uñas cada noche porque me moría de ganas de verla en clase, para ver qué tenía preparado para contarme, para charlar largamente, para mirarla, juguetear con ella. Yo ya lo tenía más que decidido.
He comentado que esta chica se parecía mucho a mi amiga de la infancia. Incluso en su carácter ambas se parecían, así que se hicieron amigas inseparables muy pronto. Pero yo lo tenía claro: estaba enamorado. Hacia septiembre de 2006, justo después de terminar bachillerato, nuestra relación se fué formalizando. Pero ocurrió algo curioso. Cuando salíamos juntos, muchas veces mi amiga nos acompañaba. Yo le preguntaba siempre a mi novia que porqué nos acompañaba, y ella siempre aclaraba que al principio era mejor ir los tres juntos, que después ya iríamos los dos solos. Al principio me enfadé, yo quería estar a solas con mi novia, pero poco a poco comprendí que era mejor ir los tres juntos, que ya habría tiempo para estar los dos. Y es que mi novia necesita tener cerca a mi amiga. Mi amiga en independiente, pero mi novia no, la necesita. Cuando lo comprendí, empecé a disfrutar de verdad nuestra relación y sobretodo mi amistad con la chica que siempre había estado a mi lado. Hasta que sucedió.
Lo recuerdo perfectamente. Fué en una clase de Álgebra, mientras el profesor explicaba el grupo especial unitario de segundo orden, mi amiga de la infancia, aquella que pensaba que ya conocía todos sus secretos, me tomó de la mano y se mostró ante mi como jamás la había visto. Infinitamente bella y misteriosa, se destapó ante mi y mostró su verdadero rostro, igual a como siempre lo había visto pero ahora diferente, embellecido hasta la locura. Una aura de misterio se filtraba a través de ella dándome a entender todos los secretos que aún preparaba para mi, mientras su mirada pícara y juguetona me aseguraba que se había dado cuenta de mi reacción y que me estaba leyendo el cerebro. Segundos más tarde volví a clase, pero sabía que jamás nada volvería a ser lo mismo.
Y no lo fué. Mi relación con mi novia no volvió a ser lo mismo. Ahora la veía con otros ojos. Ahora no la encontraba tan bella como antes. Ahora sus comentarios, nuestras conversaciones me parecían vácuas, la encontraba patosa en sus actos, en sus palabras y en sus pensamientos. Ahora la quería como antes, pero ya nada era igual. Ahora yo había estado en la mente de mi amiga y veía a mi novia como la veía ella: alguien a quien admirar y con quien pasar el rato, nada más. Ahora yo había visto la verdadera cara de mi amiga y estaba infinitamente enamorado. Pero me convencí que era algo temporal, pasajero. Me convencí que las cosas pronto volverían a ser como antes y que todo volvería a la normalidad. Pronto dejaría de ver a mi amiga y estaría más tiempo con mi novia. Seguro que entonces nuestra relación despegaría.
Pero aún no lo ha hecho. Es cierto que ya no veo tanto a mi amiga, que cada vez salimos menos los tres juntos. Pero eso no me ha ayudado para nada. Solamente ha servido para que ansíe más y más los pocos momentos que estamos los tres. Solamente ha servido para que alguna vez haga una escapada de escondidas para ver a mi amiga, y es que solo quiero su abrazo, oír su voz. Solo quiero perderme en ella.
Pero no puede ser. A pesar de todo quiero a mi novia y deseo el futuro que tengo delante. Sé que si consigo superar el próximo año o año y medio nuestra relación mejorará muchísimo y disfrutaré más que nunca. Sé que entonces volveré a quererla como nunca, y además podré disfrutar de la compañía de mi amiga. Sé que recordaré el día de hoy como la época en que casi lo echo todo a perder.
Pero ¿y si no es así? ¿Y si realmente merece la pena tirar este año y medio de relación a la basura y empezar de nuevo? Es más, ¿y si esta tampoco es la solución? ¿Y si al empezar una relación seria con mi amiga se echa todo a perder? ¿Y si pierde toda la magia que ahora envuelve tanta belleza y misterio?
Quizá pues, al fin y al cabo no hay nada de malo en empezar una relación no formal con mi amiga mientras continúo con mi novia... pero todos sabemos que eso no es posible. Incluso se me ha pasado por la cabeza salir con las dos a la vez, pero resultaría agotador y terminaría por no disfrutar de la compañía de la una ni de la otra.
O incluso podría ser que me haya saturado? ¿Puede ser que necesite una pausa, lejos de mi novia y de mi amiga? ¿Qué es lo que debería hacer, querido lector?
Por cierto, no he dicho el nombre de ambas chicas, pero estoy seguro que mis amistades más cercanas los habrán adivinado ya: mi novia se llama Física. Mi amiga Matemáticas. Aunque no por ello el texto deja de ser menos cierto.
Saludos.
martes, 1 de enero de 2008
¡Feliz 2008!
Uf, hacía tiempo que no actualizaba, y no por falta de tiempo que digamos. Pero hoy toca. Todo es poco para desear un súperfeliz año nuevo a todos los que lean esto.
Saludos y feliz 2008!!
Saludos y feliz 2008!!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)